domingo, 20 de julio de 2008

Gilberto Román/ Vomitorium

Una común creencia dice que los romanos antiguos tenían un cuarto especial (Vomitorium), dotado con una vasija para vomitar, era parte de una estrategia para vaciar el contenido de la saturada barriga y así poder continuar comiendo cuanto exquisito manjar era ofrecido por el emperador en los festines del momento. Esta vieja costumbre es muy rara, ya que luce ilógico llenarse de buena comida hasta saciar el hambre y luego vomitar para continuar comiendo en un eterno ciclo de llenar y vaciar el estomago.
En la actualidad, son muchos los quehaceres diarios que saturan nuestra paciencia, regularmente y a diferencia de los antiguos romanos son eventos desagradables los que colman nuestra capacidad de aguante.
La actividad política electoral reta día a día nuestros límites de la imaginación, irónicamente el aprendizaje gobernante-elector parece no existir o en todo caso existe a un ritmo de evolución menor al exigido por la sociedad. Cada jornada electoral demuestra la triste realidad, mediocridad y egoísmo por doquier, no queda una orilla digna para alcanzarla y salvarse, la polarización entre quien gobierna y quien aspira el poder crea una merengada de odios malolientes que dan nauseas. Muchos lucen orgullosamente sus prácticas innobles y hasta se pavonean en cada campaña sin vergüenza alguna.
Supongo que después de llevar tanto palo, se internalizan los errores cometidos y se genera una reflexión positiva que demuestra crecimiento personal y político; pero que va, el tiempo de los incapaces y descorazonados parece una moda que no pasa, los cogollos nacionales insisten en repartirse el país como un majarete, un pedacito pa’ ti y otro pa’ mi, repitiéndose esa practica en los estados. El elector que aspira cambios se decepciona y entonces le quedan tres opciones, se suma a esa comparsa “calladito”, se revela en contra de ella con candidatos independientes o simplemente se abstiene y le brinda la ventaja a quien tiene poder y dinero para movilizar y ganar unas elecciones. La cacareada Unidad se convierte en un triste show de anuncios chucutos, ya no convence a nadie, está como la canción de Alí Primera “…gallina vieja esta gente, ni pone ni deja la culequera…”, el pueblo intuye que al final habrá que resignarse y conformarse con el menos malo, sabe que ganará un cogollo del partido del gobierno o de la oposición; pero que no ganará la gente, habremos perdido entre los dedos una nueva y hermosa oportunidad para desarrollarnos, para enfrentar la pobreza y generar la igualdad social y de oportunidades que socialistas y capitalistas pregonan. Será que nos han convencido que no merecemos un presente mejor, será que simplemente no creemos que exista algo distinto en el futuro para nosotros, en todo caso, por ahora estas perversiones políticas nos obligan a buscar un aireado cuarto con una inmensa vasija para vomitar todo lo que ya no podemos tragar y nos tiene hartos, sus eternas torpezas.

Lic. Gilberto Román
Economista
E mail. liderx@gmail.com

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